viernes, 21 de octubre de 2011

La represa Yacyretá: Beneficio de pocos, perjuicio de muchos

El 25 de febrero, en medio de arduas protestas, se inauguró en la ciudad Argentina de
Posadas (Misiones) la culminación de las obras de la represa hidroeléctrica Yacyretá. La
represa, ubicada sobre el Río Paraná, en una zona limítrofe entre Argentina y Paraguay,
había comenzado a construirse hace treinta y siete años. La operación comercial de la
primera turbina inició y se paralizaron las obras hasta 2003. El día de la inauguración,
se elevó el embalse hasta la cota de ochenta y tres metros sobre el nivel del mar, con lo
cual alcanzó su máxima potencia generadora de energía.


Ya desde sus comienzos, el proyecto fue objeto constante de críticas, tanto por sus
consecuencias irreparables al medio ambiente, como por presuntas corrupciones en
su gestión; y fue visto por muchos como algo innecesario, que produjo irreparables
perjuicios y solo benefició a unos pocos.


Al alcanzar la cota 83 de la represa, se inundaron alrededor de 166.000 hectáreas
(aprox. 332 000 campos de fútbol), en los que se estima vivían alrededor de 80 mil
personas, que perdieron con ello no solo sus hogares, sino en muchos casos, también su
modo de vida. Sin contar que se perdieron para siempre especies endémicas de fauna y
flora y se alteraron los pulsos naturales del Río Paraná.


Entre los afectados por la represa, se encuentran comunidades aborígenes guaraníes que
se dedicaban a la pesca y la agricultura, y que perdieron con ello su lugar de origen y
su sustentabilidad (muchos de los aborígenes guaraníes fueron reubicados en centros
urbanos en los que se ven obligados a habituarse a un modo de vida totalmente distinto
al de su propia cultura).


Al acto de inauguración del complejo arquitectónico, asistieron la presidenta argentina
Cristina Fernández de Kirchner y el presidente paraguayo, Fernando Lugo. En paralelo
al acto oficial, tuvieron lugar varias protestas con el lema "No más represas", cuyo
objetivo, además de alzar la voz contra el hecho consumado de la represa de Yacyretá,
era oponerse a los otros proyectos de construcción similares que están en marcha, como
el de la represa que se planea levantar sobre el río Uruguay.


Aunque algunos ven a las represas como un modo adecuado de cubrir las necesidades energéticas de la región, la mayor parte de los colectivos de ecologistas señalan que consituyen una de las principales causas de pérdida de millones de hectáreas de bosques.


Por todo ello, es evidente que antes de lanzarse a la construicción de represas, deberían estudiarse y analizarse detenidamente las varias alternativas que existen, y no dejar, una vez más, que los intereses económicos de unos pocos agentes se impongan sobre la preservación del medio ambiente y sobre el modo de vida de miles de personas.



Pues, además ha de tenerse en cuenta, que cerca de este lugar se ubica ya desde hace tiempo la represa hidroeléctrica de Itaipú, que es una de las   más grandes del mundo y que tuvo similares consecuencias devastadoras para una zona que ahora recibe un nuevo castigo.